El piloto valenciano, de 49 años de edad, ha conseguido completar el rally más duro del mundo y lo ha hecho compitiendo en la categoría más compleja de todas: Original, by Motul.

Daniel, no solo tuvo que luchar contra todas las adversidades conocidas de una carrera como la del Dakar, al tener diagnosticada diabetes tipo 1 tuvo que prestar atención a muchos otros aspectos propios de su enfermedad, lo que complicaba aún más su día a día en la competición.

Después de 6 años de trabajo, luchando para que la gente creyera en él y en su proyecto, y después de otras dos participaciones en las que el piloto tuvo que abandonar antes de llegar a meta, por fin, en esta edición, Albero ha conseguido completar su sueño.

La historia de Daniel Albero es una historia de superación y un ejemplo para el mundo del deporte, por eso hemos querido charlar con él a su regreso a España y conocer de primera mano cómo fueron sus días en el Dakar y qué siente al terminar una competición así.

¿Daniel, cómo fue el momento de cruzar la meta en Yeda?

Fue algo muy emotivo. Muchos sentimientos florecen cuando cruzas la meta. Estuve llorando los últimos 140 km antes de llegar a Yeda, no sé por qué, pero no pude parar hasta que llegué a meta y vi a mi mujer esperándome en el pódium para recoger la medalla.

 ¿En quién pensaba durante la competición?

Una de las razones para realizar este proyecto fue mi hijo, Íker, que falleció de muerte súbita, a la edad de tres meses, y he sentido todo su apoyo durante toda la carrera. Sé que él estaba ahí, apoyándome siempre.

¿Teniendo diabetes, cómo se organizaba para competir en la categoría más dura del Dakar?

La preparación y organización como piloto de una competición como el Dakar no es nada fácil para nadie, y en mi caso es aún más compleja: Hay que añadir la bomba de insulina, catéter, insulina… Y pensar cómo transportarla para no tener problemas. En este tipo de países conseguir medicamentos no es nada fácil y hay que asegurarse que no te va a faltar de nada.

Han sido muchos años de preparación y lucha para aprender a controlar a mi compañera de viaje (la diabetes). Yo me tengo que levantar una hora y media antes que los demás pilotos para tener el catéter listo y todo controlado. Tengo que cuidar cada detalle cuando me estoy equipando para pilotar, no me puedo permitir tener una arruga en el pantalón, ni dentro de las botas, porque si me hace una llaga puede ser motivo de abandono.

 

¿Por las noches, podía descansar o la adrenalina de la competición se lo ponía difícil?

Este año no he dormido en tienda de campaña, he dormido en un colchón dentro de un camión, en una habitación de poco más de dos metros por uno de ancho. Mi equipo me ha ayudado en todo y he podido dedicarme a pilotar, comer y dormir.

Sí es cierto que descansar en el Dakar es muy difícil. Nosotros trabajamos durante el día, y los mecánicos durante la noche. Están toda la noche dando martillazos, máquinas neumáticas, compresores… ¿La adrenalina de la competición? Al terminar la etapa me controlo la glucemia, me administro la insulina para pasar la noche, me tomo mis batidos y como llego tan cansado al final consigo dormir algo.

¿Se ha portado bien “azucarilla”?

Azucarilla (su moto), se ha portado de maravilla. Además, he podido contar con el apoyo del grupo J.J. Chorro, empresa alicantina, y he tenido un gran soporte gracias a ellos. Poder acceder a todas las piezas necesarias para Azucarilla en el momento justo ha sido impresionante.

 

¿Cómo es el sistema que usa para controlar la diabetes durante las carreras?

Es el mismo que uso en mi vida cotidiana, aunque para la carrera todo el sistema va mucho más protegido. Llevo en la moto un medidor de glucosa continuo que va conectado a un administrador de insulina. Gracias a la experiencia aportada durante estos años hemos conseguido que estos sistemas mejoren y sean mucho más eficaces.

¿Qué momento fue el más complicado durante la competición?

Uno de los momentos más duros de la carrera fue en la etapa 11, tenía visión borrosa, las manos hinchadas, no me encontraba bien, mi ritmo no era óptimo. Hablé con los médicos de la organización y les dije que seguramente no iba a llegar a meta ese día y que iba a tener que pasar la noche en las dunas. Este año tenía claro que si era necesario pasar la noche en las dunas lo iba a hacer. Mi objetivo era terminar el Dakar e iba a hacer lo que fuera necesario. Los médicos me tuvieron que dar una pastilla, seguramente un antinflamatorio, y al final tras algunos sustos durante ese día pude dar el máximo y llegar a meta.

 

¿Seguirá compitiendo en próximas ediciones?

El proyecto tiene que continuar, hemos creado un ícono, estamos ayudando a mucha gente y tenemos que seguir de una manera u otra compitiendo, pero aún no sé si en moto, coche o boogie. Estoy abierto a todas las posibilidades.

¿Qué mensaje le mandaría a esos niños que lo van a tener como referente deportivo y que ven en usted que los sueños también se pueden cumplir?

Mi mensaje para los niños es siempre el mismo. Si quieren algo tienen que ir a por ello, hay que luchar y hay que creer en los sueños, siempre respetando. Con trabajo autoestima y superación.

Entrevista realizada por José Luis Pérez / @jperezfotografo / Alicantesport.com

 

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