La Volvo Ocean Race es considerada una de las regatas más duras del mundo, y tras subirme a bordo del Team Malizia uno de los barcos que compiten en la categoría Imoca, justo antes de la salida que se produjo ayer desde Alicante, puedo confirmar que esta afirmación es cierta.

El barco en el que estuve está diseñado en principio para alojar a una sola persona, pero debido a las exigencias de la regata, al final se ha adaptado para que se alojen en él cinco regatistas. Esto significa que el espacio es muy reducido, y se hace difícil moverse por el barco, especialmente durante la navegación.

Además, los turnos para dormir son muy duros. La tripulación debe estar siempre alerta, y deben dormir en turnos cortos, para poder hacer frente a cualquier eventualidad que pueda ocurrir en el mar. La falta de sueño y el estrés añadido por la competición hacen que sea un desafío físico y mental para los regatistas.

La lucha contra la climatología también es una de las dificultades de la regata. Los barcos deben enfrentar vientos fuertes, olas gigantes y tormentas, lo que requiere una gran habilidad y experiencia de la tripulación para maniobrar el barco de forma segura.

La comida deshidratada es otro de los desafíos de la regata. Los regatistas deben alimentarse con comida liofilizada, ya que no hay espacio para alimentos frescos. Esto puede resultar en una dieta monótona y poco apetitosa, lo que se añade a las dificultades físicas y mentales de la regata.

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